Todo ser humano está hecho de sus cuatro elementos más la Quintaescencia. En este espacio quisiera pensar sobre los cuatro elementos básicos de mi vida y como se han desarrollado.
A modo de introducción para quien no está familiarizado con los conceptos alquímicos del hombre, cada elemento representa una función: la Tierra corresponde a la vida sensorial, física, del cuerpo y la sabiduría de la materia; el Agua corresponde a la vida emocional, los sentimientos, las pasiones y lo que nos mueve; el Aire representa el intelecto, la mente, el pensamiento; y el Fuego lo entiendo como la energía capaz de cambio, el purgatorio o la voluntad de sacrificar y crecer. En otras palabras, el Fuego en su sentido purificador.
Si tuviera que decir una palabra para poner en el centro de mi vida, pondría con orgullo la palabra Amor. Arriesgándome a los significados culturales y banales que se tienen sobre él, a lo "emo" que pueda estar asociado, elijo esa palabra. Pues conocí su valor y poder a una edad extraña, ausente de contaminación cultural, conectado con mi Quintaesencia. Este amor fue el que me dio eternamente el fuego, el poder para cambiar, para realizar mi destino y hacer lo que tenga que hacer. Pero por el amor tuve una infancia solitaria y aislada. A veces me quemaba por dentro, y mediante el Aire refrescaba mi ser y al mismo tiempo arengaba el fuego interior. Fue una infancia triste a la cual hoydia agradezco mucho.
Cuando entré en la adolescencia el Agua y sus turbulencias emocionales me arremetieron, pero resultó que mi centro árido y sofocante no permitió las emociones de la vida, solo la pasión interna que vivía con fuego receloso. Y el deseo de amar crecía a puntos a veces incontrolable, mas pude soportarlo mucho tiempo. Una época de represión, sin embargo. Posiblemente el momento de mi vida en que me opuse a mi mismo con más fiereza.
El conflicto de estos tres mantenían la tierra de mi cuerpo llena de ceniza y humo ardiente, incapaz e inútil para desarrollarse. Para mí, la carne estaba muerta y solo vivía con el corazón y el pensamiento. Resulta que es posible desarrollarse aun entre conflictos, porque la escencia está sobre los elementos: hubo una vez, en un momento de mi vida, en que Fuego, Aire y Agua se calmaron por un acto de voluntad y el enfrentamiento de un miedo sagrado. Entonces, por fin, el camino hacia la tierra estaba libre. Al principio tuve miedo, pero vencí a las fantasías oscuras y regresé al seno natural, donde despertó mi energía casi a modo de recuerdo, y lo que mi cuerpo había olvidado, ahora lo recordaba feliz. Y debo decir que desde hace mucho no me sentía tan completo; aún más que en aquellos momentos en que la esencia parece rebalsar de brillo.
A modo de introducción para quien no está familiarizado con los conceptos alquímicos del hombre, cada elemento representa una función: la Tierra corresponde a la vida sensorial, física, del cuerpo y la sabiduría de la materia; el Agua corresponde a la vida emocional, los sentimientos, las pasiones y lo que nos mueve; el Aire representa el intelecto, la mente, el pensamiento; y el Fuego lo entiendo como la energía capaz de cambio, el purgatorio o la voluntad de sacrificar y crecer. En otras palabras, el Fuego en su sentido purificador.
Si tuviera que decir una palabra para poner en el centro de mi vida, pondría con orgullo la palabra Amor. Arriesgándome a los significados culturales y banales que se tienen sobre él, a lo "emo" que pueda estar asociado, elijo esa palabra. Pues conocí su valor y poder a una edad extraña, ausente de contaminación cultural, conectado con mi Quintaesencia. Este amor fue el que me dio eternamente el fuego, el poder para cambiar, para realizar mi destino y hacer lo que tenga que hacer. Pero por el amor tuve una infancia solitaria y aislada. A veces me quemaba por dentro, y mediante el Aire refrescaba mi ser y al mismo tiempo arengaba el fuego interior. Fue una infancia triste a la cual hoydia agradezco mucho.
Cuando entré en la adolescencia el Agua y sus turbulencias emocionales me arremetieron, pero resultó que mi centro árido y sofocante no permitió las emociones de la vida, solo la pasión interna que vivía con fuego receloso. Y el deseo de amar crecía a puntos a veces incontrolable, mas pude soportarlo mucho tiempo. Una época de represión, sin embargo. Posiblemente el momento de mi vida en que me opuse a mi mismo con más fiereza.
El conflicto de estos tres mantenían la tierra de mi cuerpo llena de ceniza y humo ardiente, incapaz e inútil para desarrollarse. Para mí, la carne estaba muerta y solo vivía con el corazón y el pensamiento. Resulta que es posible desarrollarse aun entre conflictos, porque la escencia está sobre los elementos: hubo una vez, en un momento de mi vida, en que Fuego, Aire y Agua se calmaron por un acto de voluntad y el enfrentamiento de un miedo sagrado. Entonces, por fin, el camino hacia la tierra estaba libre. Al principio tuve miedo, pero vencí a las fantasías oscuras y regresé al seno natural, donde despertó mi energía casi a modo de recuerdo, y lo que mi cuerpo había olvidado, ahora lo recordaba feliz. Y debo decir que desde hace mucho no me sentía tan completo; aún más que en aquellos momentos en que la esencia parece rebalsar de brillo.