domingo, 18 de noviembre de 2007

Reflexiones sobre mis 4 Elementos


Todo ser humano está hecho de sus cuatro elementos más la Quintaescencia. En este espacio quisiera pensar sobre los cuatro elementos básicos de mi vida y como se han desarrollado.
A modo de introducción para quien no está familiarizado con los conceptos alquímicos del hombre, cada elemento representa una función: la Tierra corresponde a la vida sensorial, física, del cuerpo y la sabiduría de la materia; el Agua corresponde a la vida emocional, los sentimientos, las pasiones y lo que nos mueve; el Aire representa el intelecto, la mente, el pensamiento; y el Fuego lo entiendo como la energía capaz de cambio, el purgatorio o la voluntad de sacrificar y crecer. En otras palabras, el Fuego en su sentido purificador.
Si tuviera que decir una palabra para poner en el centro de mi vida, pondría con orgullo la palabra Amor. Arriesgándome a los significados culturales y banales que se tienen sobre él, a lo "emo" que pueda estar asociado, elijo esa palabra. Pues conocí su valor y poder a una edad extraña, ausente de contaminación cultural, conectado con mi Quintaesencia. Este amor fue el que me dio eternamente el fuego, el poder para cambiar, para realizar mi destino y hacer lo que tenga que hacer. Pero por el amor tuve una infancia solitaria y aislada. A veces me quemaba por dentro, y mediante el Aire refrescaba mi ser y al mismo tiempo arengaba el fuego interior. Fue una infancia triste a la cual hoydia agradezco mucho.
Cuando entré en la adolescencia el Agua y sus turbulencias emocionales me arremetieron, pero resultó que mi centro árido y sofocante no permitió las emociones de la vida, solo la pasión interna que vivía con fuego receloso. Y el deseo de amar crecía a puntos a veces incontrolable, mas pude soportarlo mucho tiempo. Una época de represión, sin embargo. Posiblemente el momento de mi vida en que me opuse a mi mismo con más fiereza.
El conflicto de estos tres mantenían la tierra de mi cuerpo llena de ceniza y humo ardiente, incapaz e inútil para desarrollarse. Para mí, la carne estaba muerta y solo vivía con el corazón y el pensamiento. Resulta que es posible desarrollarse aun entre conflictos, porque la escencia está sobre los elementos: hubo una vez, en un momento de mi vida, en que Fuego, Aire y Agua se calmaron por un acto de voluntad y el enfrentamiento de un miedo sagrado. Entonces, por fin, el camino hacia la tierra estaba libre. Al principio tuve miedo, pero vencí a las fantasías oscuras y regresé al seno natural, donde despertó mi energía casi a modo de recuerdo, y lo que mi cuerpo había olvidado, ahora lo recordaba feliz. Y debo decir que desde hace mucho no me sentía tan completo; aún más que en aquellos momentos en que la esencia parece rebalsar de brillo.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Los Avatares del No-Mundo

Cuando pienso en los grandes maestros que he tenido, aquellos que me han enseñado no solo mediante la palabra, sino también con el fuego, a esos los recuerdo con mayor admiración. He tenido dos muy buenos padres, grandes profesores en el colegio y universidad, incluso en el básquet tuve un gran profe. Pero no me refiero a ellos en esta oportunidad. No.
Quiero darle un espacio a aquellas historias que el destino puso en mi camino, historias de fuego y palabra, contenidas en grandes series de la animación. A ellas he llamado Avatares, pues para mí son las representantes de sentimientos que me conectan con la divinidad que encarnan, y con el No-Mundo me refiero a la Ciudad de las Metáforas.
Mi memoria es muy malagradecida con aquellos que me han enseñado, y si algo se me pasa por alto, me disculpo desde ya y la edición arreglará las cosas.
El recuerdo más antiguo que tengo es también el más conmovedor. Se trata de la historia de Frankenstein hecha animación japonesa. Si bien la historia me es difusa, tengo plasmada en mi mente la imagen en que el monstruo se encuentra con la hija del doctor. Él la mira con miedo y amor, mientras ella le devuelve una mirada aterrorizada que poco a poco va comprendiendo la calidez del monstruo. Entonces, mientras se comprendían el uno al otro y se conocían a través de sus ojos, llega el Doctor con una escopeta. Estaban los tres en una alta meseta; el Doctor le dispara al monstruo y el protege con su vida a la mujer... se vuelve difuso nuevamente para mí, y solo recuerdo que, de alguna manera, el monstruo cae por el barranco en un acto de sacrificio. Todos nos hemos sentido monstruos alguna vez, pero esta historia me hace pensar que es desición de uno serlo o no.
La película de "La historia sin fin" la vi hace muchísimo tiempo y tal parece que realmente no tiene final, pues una y otra vez se me aparece en mi vida. El ciclo completo del héroe que enfrenta la tristeza, la perseverancia, el valor y el amor. La muerte de su caballo Artax, la salida del pantano poniendo a prueba su fe y voluntad, el enfrentamiento contra Gmork, que representa la "cruda realidad", y finalmente el amor de la Emperatriz, la belleza y calidez maternal que separa inmediatamente el dolor de la dicha. Hoy por hoy, tengo el honor de ser compañero de una mujer dueña de una belleza similar, pero esa es parte de otra historia, probablemente de un poema eterno de elogios y agradecimientos a la vida.
Para mi adolescencia existencial, perfeccionista, atea y estoica: Rurouni Kenshin. Si la historia sin fin representa el héroe desde la perspectiva de un niño, Kenshin lo es desde un joven. La historia de Kenshin, el protagonista, comienza con un acto de rebeldía hacia su maestro. Obtiene tempranamente el poder y tempranamente desea utilizarlo, cual joven impetuoso. Entonces intenta arreglar el mundo, usar su poder para que la gente deje de sufrir, pero al intentarlo mucha gente muere por su mano y se retira arrepentido. La historia de la serie es el camino de su arrepentimiento, usando la espada para proteger a los demás. No solo de asesinos, sino también de que cometan el mismo error que él. Protege a la gente de que sufran un destino como el suyo, lleno de arrepentimiento. La escena que más significado me hace es cuando comprende que el Deseo de Vivir es lo más profundo y oculto y poderoso que posee, y obtiene una nueva fuerza. Aquella que en mi vida iba a llamarse más tarde "Dios". Sí, así de importante fue el aporte de esta serie para mí.
Finalmente, la historia del presente. Mi juventud adulta, un camino que apunta hacia un sueño imposible, pero hecho de ideales alcanzables por el corazón. Y el motor que me mueve hacia allá es la sangre y el sacrificio. Estoy hablando de la serie: Hokuto No Ken, o El Puño de la Estrella del Norte. "En un futuro cercano, el hombre finalmente destruyó su mundo". Los fuertes gobernaban sobre los débiles, y estos eran como sus perros. Entonces, de la unión de los opuestos, surge un salvador. Kenshiro, regido por la estrella de la Rectitud, vaga por el mundo en busca de Julia, su amada, hija de la 6ª estrella del Sur del Amor Maternal. En su camino conoce grandes hombres, sacrificados por lo que aman, viven historias llenas de dolor y de muerte, y acaban viviendo en el corazón de Kenshiro en forma de tristeza, que él transforma en amor para seguir luchando por proteger a los más débiles. Esta historia es para mí el sacrificio que implica vivir por nuestro propio sueño imposible, nuestra utopía. Cuando me siento apoyado por alguien viviendo mi destino, siento algo mas que agradecimiento. Cuando alguien deja de comprenderme, es alguien que ha muerto, pero no me causa tristeza, sino rabia, y no consigo transformarla en amor. Esa parece ser mi meta para esta nueva edad y la clave para poder llegar a la próxima. Pero esa historia debe ser contada en otra ocasión.

martes, 6 de noviembre de 2007

La Ciudad de las Metáforas Vivas

Adoro imaginar. No tengo nada contra la realidad, pero a decir verdad, en ella no está lo que necesito para vivir el día a día. Está bien, admito que disfruto de una buena comida, pero ni aun eso me conforma tanto como imaginar.
Recuerdo ahora y a veces cierta idea que una vez expresé a alguien: "las cosas que uno imagina deben ser reales en algún lugar". Sí, un lugar a donde caigan todas esas metáforas y comparaciones que uno usa a diario con fines más o menos inútiles. Y debe ser así, porque una vez comenzada la obra, prendida la máquina de los colores y emociones, la película que corre ante y tras tus ojos no cesará hasta que algo suceda. Un ruido, hambre, un pensamiento molesto. Entonces me detengo y pienso en lo que vi. Créanme, es algo increíble. Tanto que si fuese lo suficientemente cursi probablemente suspiraría luego de cada imágen. Ese mundo del que les hablo ya estaba lleno de vida, desde hace mucho antes de que notara su existencia. Muchos no se aventuran a ir porque temen encontrar alguna pausa oscura de sus vidas, otros quizá temen hallar el tesoro que dejaron allí cuando niños, cuando vivían en la opulencia y no lo sabían. Y estoy seguro de que en ese mundo lo que más brilla más miedo provoca. Vernos reflejados en la Ciudad de las Metáforas no es tan sencillo como mirarse en un espejo. Probablemente sea similar a mirarse entre dos espejos, uno adelante y otro atrás, y verse repetido hasta el infinito en el ojo de la mente. Porque esta es la única manera de saber que somos eternos: el ojo nos dice que ya dejamos de aparecer como imagen, pero la mente le responde, "ingenuo, allí eres eterno".
La Ciudad de las Metáforas, ¿de qué estará hecha? Son los materiales más hermosos y temibles. Virtudes, miedos, deseos, sentimientos. Huracanes que guían el alma humana a través de las mil caras del bien y del mal, de lo que tiende a desaparecer y a crecer. Lugares que solo son retratables por las historias humanas, pero no éstas por sí solas, no. Debe haber un corazón humano del otro lado, dispuesto a vivir la calidez, la aprensión y el poder que emana de ella. Pues en la soledad, la Ciudad desaparece para siempre.
No intenten llegar a ella viendo una película. Tampoco lo intenten con los libros. Las imágenes allí son seguras. El verdadero placer solo se vive cuando el corazón se ha llenado la boca de emoción. Solo entonces las imágenes se activan, danzan o se retuercen. Solo entonces puede ser útil un libro o una película.
No todo lo que he dicho es cierto, pero todo lo que han imaginado es real en el lugar del que les hablo. Lleno de historias de sacrificio y vidas plenas. Pero eso es parte de otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.